El carau (Aramus guarauna) tiene las patas y el cuello
largos. El pico es un poco curvo. Su coloración general es parda con manchitas
blancas que le caen por el cuello hasta el dorso. Se alimenta de caracoles y vermes. Frecuenta ls orillas de esteros, lagunas y bañados.
La leyenda del Carau es parecida a la del Crespín, y Carlos
Villafuerte, en su libro Aves argentinas y sus leyendas, la relata de la
siguiente manera:
“Se cuenta que en un pueblecito del nordeste argentino, cerca
del gran río, vivía un mozo trabajador en compañía de su madre, a quien
cuidaba. Tenía un solo defecto: no
podía oír los acordes de un chamamé o de una polca, sin ser
atraído por ellas. Y se entregaba al
canto y al baile con pasión.
Cierta vez la
madre enfermó y pidió a Carau que fuera por medicamentos al pueblo
cercano. Carau emprendió camino, pero
en medio de la jornada se encontró con amigos que festejaban un cumpleaños y
que bailaban polca tras polca. Se paró
un minuto para descansar. Los amigos lo
invitaron. Pero él, sabiendo que el
baile lo enajenaba, se negó una y otra vez.
Salió una amiga y le dijo:
-Carau ¿no me despreciarás este vasito de vino?
-No, eso no.
Y menos a vos.
-Entonces bebelo, y acompañame en esta polca.
-Bebo todo el vino, pero no bailo.
-¿Entonces me despreciás?
-No, no te desprecio, sino que temo quedarme, y voy en busca de
medicamentos para mi madre.
-Te pido una sola polca.
-Bueno. Para que veas
que no te desprecio, bailaremos una sola polca. Pero una sola.
Bailó esa polca, Carau, y luego bailó otra; después un
chamamé. Y ya no tuvo control. Se sucedieron los vasos de vino y las polcas
y los chamamés. A medianoche vinieron a
avisarle que la madre se había agravado.
-Hay tiempo para llorar –dijo, y siguió bailando.
Más tarde vino otro mensajero y
trajo la noticia de que la madre se estaba muriendo.
-Hay tiempo para llorar –dijo Carau. Y siguió bebiendo y bailando.
Al amanecer, cuando el baile iba terminando, llegó el tercer
mensajero con el aviso de que la madre había muerto.
-Hay tiempo para llorar –volvió a decir Carau.
Cuando el sol apareció en el monte y la fiesta había terminado,
Carau emprendió el regreso al rancho.
Se vio solo. A la madre
la habían enterrado unos vecinos piadosos.
Despacito, arrastrando los pies, con la cabeza gacha, se internó
en el estero. De tiempo en tiempo se
detenía como si meditara, y luego segía caminando, solo con su pena.
Y poco a poco, ya en la lejanía, iba tomando la forma de un ave,
con plumaje gris pizarra, patas largas y delgadas y con pico alargado. Y así se perdió en la espesura agobiado por
el pesar.”[1]
MEDIOS
Imagen: Carao o
Carau.
El carao tiene un largo total de 66 centímetros, la envergadura alar es de 100 centímetros. El plumaje es bronceado con la cabeza y cuello grisáceo. Tiene las patas largas y el pico amarillento, largo y apenas curvo. Las alas son largas y anchas, vuela con las primarias separadas; la cola es corta.
Imagen: Chamamé en una bailanta.
Mapas: PROVINCIAS DEL LITORAL
Mapas: Región que habita el Carau en Argentina. http://argentavis.org/2012/sitio/especie_dg.php?id=884
Audio:
Chamamé y recitado por Los reyes del Chamamé. http://www.youtube.com/watch?v=rwHbFArpeqU
Video: LEYENDA DEL CARAO. Formosa.
Imagen: Laguna
Iberá, Corrientes, Argentina.
[1] Muniagurria, Saturnino. Carau (Drama folclórico correntino,
inspirado en la leyenda del epígrafe), Santa Fe, Colmegna, 1968, pp206/2011.
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