jueves, 3 de marzo de 2011

Puerto Montt y Chiloé: Diez Kilos de Vacaciones

Me fui con mi familia a Puerto Montt y Chiloe.  A comer, básicamente.  Dos mil kilómetros para ir a comer mariscos.
Este es el mercado de pescado  de Angelmó.  Abajo hay puestos de venta de pescado fresco y mariscos y en el primer piso hay cocinerías, que son pequeños restaurantes. Ahí tenés choros (mejillones) almejas, machas, locos, salmón, centolla, jaivas, picorocos y andá a saber qué cosas más.
Es notable lo fresco que se ve todo, no hay olor a pescado podrido ni mugre.  Es único. Esto hace que no haya manera de comparar los precios porque si bien era más barato que en Argentina, como no hay manera de conseguir estas cosas en Buenos Aires ¿qué comparación podés hacer?



     
 En "El Chilotito Marino" comimos centolla y machas gratinadas.  María, la dueña nos atendió muy amistosamente y Ana se hizo muy amiga de ella.



En el mercado compramos salmón para cocinar en nuestra cabañita de Chinquihue -la gran siete, esos nombres era imposibles de memorizar!- Nos comimos ese enorme salmonacho la mitad crudo con salsa de soja y la otra mitad a las hierbas (salvia, tomillo romero y perejil)  Acompañado por unas gloriosas papas fritas.

 Al otro día nos mandamos estos locos, que son como mejillones gigantes.











Te venden los mariscos secos para llevarte, también el Luche, que es un alga negra que tiene un perfume a mar muy característico de la zona.

 En Chiloé se ve de dónde salen todos estos manjares. Los pueblos ubicados en la costa oriental de la isla desarrollan actividades de cultivo de mariscos y crían salmones, el paisaje es parecido a Galicia: los canales parecen las rías gallegas, la lluvia, lo verde. Chonchi,  pero sobre todo Dalcahue son los más lindos.


Ahí en Dalcahue hay un edificio con forma de barco y adentro están las cocinerías como puestos de mercado, ahí probé este milcao, que es puré de papa y chuño de papa rallada, como unos pedacitos de cerdo y luego hecho así como frito.  Una gloria.  Ahí te sirven la Paila Marina, una cazuela casi sopa de mariscos con cilantro.

 Viajar por las islas con el servicio de transbordadores que funcionan cada diez minutos está buenísimo.
El cultivo de papas es muy característico de la zona, y todo está muy trabajado y cuidado.



 El gran atractivo turístico que puso a Chiloé en el mapa mundial es la profusión de Iglesias de maderas pertenecientes a la escuela chilota de arquitectura religiosa que fueron declaradas patrimonio de la humanidad con toda justicia.


 Al fín terminamos de cruzar el continente.  En esta playa hay una pingüinera. Ahí conocimos a Lily, la guardaparque, una señora muy amable, nativa de Santa Cruz, Argentina y que estaba muy emocionada de ver unos compatriotas en tan remoto lugar.

 La costa del Pacífico

 Bueno, todo muy lindo pero para bajar los diez kilos hubiera tenido que volver caminando!!!!!!

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