miércoles, 29 de junio de 2016

Como recuerdos no tengo, con los tuyos me entretengo. Un repaso por la militancia ganada en la década perdida.

Cuando somos conscientes del paso del tiempo, entonces pensamos en la propia muerte.  Los recuerdos tienen ese atractivo dramático de ponernos en protagonistas del paso del tiempo.  Las fotos viejas,  las viejas canciones,  los pasajes de tren, de cartón, muebles y demás son las evidencias materiales de lo ya pasó. Estamos tentados a recordar cuando contabilizamos años en nuestro almanaque.  A todos les pasa y les pesa.

Se puede vivir de recuerdos.  Por ejemplo, hacer negocio con el "revival".  No me gustaba el programa de Mochín Marafiotti, tenía algo de almíbar en exceso su voz que me causaba desconfianza.  Y ponía demasiados discos de Violeta Rivas.  No tengo nada contra Violeta Rivas tampoco tengo la certeza de que figurara más en la programación musical que otros artistas, pero eso me viene a la mente.
Por qué no ponía a los beatles, o a los rolling, o a credence... o a los doors? Acaso no entraban en la premisa de música de los 60 y 70 que pregonaba su programa?.  Mi mamá me explicaba que ciertos nacionalismos habían causado que la música de esa época en Argentina, la que salía por las radios para la masa, fuera sólo en castellano, es decir no mucho más que el Club del Clan. Sandro y Palito. También había algunos extranjeros en la programación: artistas latinos: Quique Guzmán, y el Cuarteto Imperial; artistas italianos recuerdo la impresionante voz de Mina, o la particular -no se me ocurre otro calificativo- Rita Pavone; artistas yankis también Billy Halley o Little Richard -al que Mochín llamaba "Ricardito".    Todo aquello era muy infumable para los jóvenes de los 80.
Así era el DJ Mochín.  Y así eran los recuerdos que tenía la generación que había vivido su juventud en los 60 en nuestro país.  Prosperidad, twist, rock, cumbia, peinados batidos, saco y corbata pero informal, sin sombrero.

Mientras aquellos ex jóvenes de los 60 recordaban, avanzaban los 80, los 90, mi propia adolescencia y juventud. Como una repetición infinita recuerdo a otros recordar pues ahora transito mi propio tiempo de explorar el pasado y recordar. Recuerdo los 80, con mucho gel en el pelo, mucho cigarrillo, con mucho Soda Stereo, Sumo...
Me recuerdo descubriendo los horrores habían ocurrido antes del 83. Expulsados de Malvinas por los británicos, sin embargo invadidos por la new wave y adorando bandas británicas, sus modas, sus looks.  Un mundo con racismo, homofobia y otras salvajadas.  Banderas de la confederación norteamericana, o la Union Jack inglesa en las mochilas de los estudiantes. Vimos caer el muro de Berlín transformado en un mega evento televisivo. La magia de Roger Waters (¡qué tenía que ver!) derrumbaba el muro al final del recital.  Y descubrimos que como venía la mano, nuestro destino sería hiperinflacionar.  Y así se dió  hasta que implosionamos creando un hoyo negro de convertibilidad.

Vinieron los 90 y la convertibilidad -debía ser un remedio temporal, un chubasco de verano- pero había que garantizar el voto cuota.  La situación perduró hasta que fue la fuerza más destructiva de la naturaleza argentina.  En ese horizonte de sucesos de ese hoyo negro nos estiramos, nos agarramos del borde y finalmente caímos en la oscuridad.
 Y sí,  se chupó todo: las telefónicas, gas, agua... todas las empresas del estado hasta Y.P.F.  Así se derrumbó la sociedad que quería comprar licuadoras en cuotas.  La educación,  la salud,  el empleo, la industria... las promesas de Alfonsín "con la democracia se come, se cura y se educa" se desvanecieron.

Doce años después...  los pusilánimes jóvenes del 90 lloran al líder muerto y a la lidereza viuda.

Esto es posible debido a que los que eran jóvenes en los 90 no recuerdan los 90.  Y a falta de recuerdos se han apropiado y han reciclado los 70 como un recuerdo propio.  Han construido una narrativa mitológica.  Sustitución de identidad.  Están convencidos de que si hubieran existido en los 70, hubieran desaparecido.  No se les puede preguntar qué hacían en los 90 que no estaban luchando, se enojan, se ofuscan, niegan cuando se les menciona el menemismo, el hoyo negro.  (Me suena a un extraño evento cuántico social, o a la teoría de la cuerda cósmica social, o a agujero de gusano social... o a una abducción alienígeno-social...  recuerdos que desaparecieron en los 90 y reaparecieron en los 70.)

Es deseable hoy tener un combinado, discos, una máquina de escribir, sillas escandinavas, lámparas de pie. Todo para dar escenario a una farsa. Una escena ambientada en la Argentina de los oscuros tristes y malditos años 70.  Una escena cinematográfica en blanco y negro, en silencio, donde el protagonista ocacional se puede acurrucar en un sillón antiguo de la abuela a leer un "operación masacre" por ejemplo.

Es falso y ridículo. Encima es como un Kitsch al "vesre":  no son cosas baratas que imitan lujo para ostentar.  Son cosas que fueron caras, por eso sobrevivieron porque eran buenas.  Y es insólito ver esas cosas que fueron lujosas que hoy se vuelven símbolo de una especie de edad de oro de la lucha social, de la búsqueda de la justicia y equidad, de la aniquilación del enemigo imperialista, recamo de derechos para el pueblo, la construcción de un "nosotros".  Es como que se han tropezado en su apurado, improvisado y alocado -también repentino-  "exceso de pensamiento" como dijo aquel nefasto militar entrevistado por la tv en la época militar que aparece en "la república perdida" como emblema de "lo bruto".
Esta reciente construcción de "nosotros" está formado por nuevos militantes, sobreactuados hippies, pseudo progres.  

Es increíble ver gente que en los 90 no hizo nada, miraron pasar su adolescencia, su tiempo de ser rebeldes, revolucionarios, con desidia.  Gente que cuando se le hablaba de política se aburría o no entendía.  No quería entender.  Gente que le molestaban las protestas del centro de estudiantes.  Esto lo viví, no me lo contó nadie.  Gente que despreciaba el folklore, o en el mejor de los casos lo disfrutaba a escondidas.

Hoy, esta gente de mi edad finalmente tiene esa pulsión por el recuerdo, como todos.  Pero cuando se pone a rebuscar no encuentra nada en su cabeza pues entonces estaba hueca.  Lo poco que encuentra lo tiene que re significar porque no le cierra por ninguna parte, no se acuerda de dónde estaba o cree que era demasiado joven y recuerda mal.
Hoy esa gente necesita un pasado mítico y truculento para construir recuerdos, que le digan, que le presten algo para ponerse en mente, porque nada hay.

Tal vez sí hay.  El recuerdo de que realmente les chupaba un huevo la política, la igualdad, la equidad, los planes "trabajar de menem" las plazas de los jubilados, la carpa docente... Puta! sí que había agenda para salir a protestar.

A no enojarse.  Esto que yo veo lo deben ver miles. No sé que curso de acción deben seguir, ya tengo bastante con mi cinismo que me mantiene en la inmovilidad como otro tipo de desperdicio de esa época decadente,  que flota en la nada como un sorete en el riachuelo.


No estoy tan mal como para exigir nada a  los tiempos venideros y estoy bien como para necesitar convertirme en miembro de la vanguardia iluminada.




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